por Carola Chávez
Vi tus fotos en Facebook, contentísima, allí en la principal de Las Mercedes, donde rumbeábamos cuando éramos chamas ¿te acuerdas?. Te vi con tu gorra tricolor nuevecita, con tu corte de pelo precioso, con tus zarcillos y tus collares, con tu ropa linda. Tú siempre tan coqueta, tan bien arreglada, con tu buen gusto. No vi a tus niños, supongo que se quedaron en casa de la Yaya.
Supongo que así era mejor: los chamos tranquilos, seguros y bien cuidados. Porque todo lo hacemos por los chamos ¿no?. Por eso saliste ese sábado, “a luchar por su futuro”. Y te paraste ahí a escuchar a tu nuevo líder, atentamente, y cuando él les preguntó -para que lo supiera el mundo- si les daba miedo una guerra civil, tú, por el futuro de tus hijos, gritaste decidida que ¡Nooooo! que no te daba miedo, como no te da miedo una invasión de los marines; lo que sea necesario para salir de los chavistas esos, aunque entre esos chavistas estén tus primos, tu papá.
Una guerra civil ¡qué emocionante!. Supongo que te imaginas que esa guerra, a la que no temes, sucedería lejos del este de Caracas, digamos, en el 23 de enero, nunca en el este de Este, porque ahí tienen calles cerradas con garitas de vigilancia y sus vigilantes subpagados van a evitar que la violencia que supone una guerra llegue a tu plácida calle. Supongo que crees que el colegio de tus chamos seguiría atendiendo a los niños felizmente, que lejos del terror y la muerte, tus niños seguirían sus clases de inglés. Que tu vida seguiría intacta y hasta mejor, tú sabes, en libertad.
Que tu negocio florecería porque no hay nada mejor para la economía familiar que una guerra ¡Lástima que tu negocio no sea funerario!. Nada más hermoso que una matazón entre vecinos, familiares y amigos, o te mato o me matas y aquellas heridas profundas que no se curan más nunca. Lo importante es salir del chavismo.
Te conozco, conozco tus aspiraciones, el valor que le das a esas cosas que llamas “calidad de vida”, tu carrera, tu casa preciosa, tu seguridad, tu futuro y el de tus hijos. Conozco también la locura que te atrapa cada vez que tus líderes te inventan una guarimba. Y porque te quiero, porque quiero a tus niños, debo decirte, aunque sea en vano, que esa guerra civil que quiere Guaidog, esa que dices no temerle, sería el fin de todos tus sueños, del futuro de tus niños, tu casa perdida, tu vida abandonada en la huída. Porque te quiero, quiero que entiendas que en la guerra civil que deseas tampoco hay fines de semana, para los niños, en la tranquilidad de Puerto Azul.