Doña Isabel Rosado Morales, doña Isabelita, usted es Lares, usted es Jayuya, usted es la Patria. Sabemos que usted se hizo Nacionalista como reacción al abuso cometido en la Masacre de Ponce el 21 de marzo de 1937.
Recuerdo el Grito de Lares de 1995 cuando en mis manos cayó el comunicado de Filiberto Ojeda Ríos, en el que anunciaba que regresaba al clandestinaje. Decidí leerlo en la tribuna. Cayó una pequeña lluvia y se me mojaron los espejuelos. Al no poder seguir leyendo, moví la vista por la tribuna buscando a alguien para que siguiera leyendo. Hasta que la vi. Ahí paré de buscar, le hice una señal para que se acercara y le pregunté si podía seguir leyendo el comunicado de Filiberto. Inmediatamente empezó a leer y al finalizar gritó a viva voz ¡Viva la lucha armada! Me sonreí pues eso no estaba en el comunicado.
Durante una actividad en Nueva York fui testigo cuando una señora se le acercó, la abrazó y le dio la gracias por haberle enseñado a leer y escribir cuando ambas estuvieron presas en una cárcel en Puerto Rico. Y qué decir de su ternura para con los niños y niñas.
Nunca olvidaré la última vez que nos vimos, doña Isabelita. Usted ya había cumplido 107 años de edad y estaba recluida en un hospital en Fajardo. Estaba en su lecho de muerte. Fui a visitarla con mi esposa y mi hijo y cuando llegó el momento de despedirnos, uno de nosotros entonó La Borinqueña. Todos alzamos el puño y usted trató de levantar el suyo. Apoyó el codo de su frágil brazo en la almohada y lo logró. Esa fue la última vez que la vi. Dos días después se nos fue.
Voy para Lares y usted irá conmigo pues la llevaré en mi pensamiento. ¡Gracias, doña Isabelita!